El tour del país de Auge en bici eléctrica

¿Qué te parece una escapada al país de Auge? Entre sus paisajes frondosos, sus pueblos pintorescos y la costa florida, ¡descubre nuestra ruta de tres días en bici eléctrica !

Día 1: desde Trouville-sur-Mer hasta Cambremer
Día 2: desde Cambremer hasta Cabourg
Día 3: desde Cabourg hasta Trouville-sur-Mer

Día 1: Desde Trouville-sur-Mer hasta Cambremer (50 km)

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Después de varias semanas de preparación, ¡empezamos nuestro periplo! Recogimos nuestras bicis en Trouville, y seguimos la vía compartida para alejarnos de la costa. Pedaleamos bordeando el hipódromo de Deauville para alcanzar Saint-Arnoult. Mientras recorrimos las rutas compartidas por el sotobosque , en esta porción del itinerario de la Seine à Vélo, pudimos disfrutar de los paisajes  bucólicos de la provincia del Calvados: sus famosas caballerizas, sus vergeles y sus hermosas casas de entramados de madera.  

Después de la comida en Pont-l’Evêque, una visita del Calvados Père Magloire l’Expérience y una parada en la base náutica del lago, nos lanzamos por las primeras colinas del país del Auge. Su relieve forma parte de su encanto pero nos alegramos de haber elegido bicis eléctricas para afrontar los desniveles llegando a Beaumont-en-Auge.

Aquí, los productos locales son la estrella. Nos paramos en la quesería Martin para comprar unos quesos pont-l’évêque, uno de los famosos quesos normandos. Llegando a Cambremer, disfrutamos de una crêpe para merendar en el café que linda con los jardines del País del Auge, que nos encantó visitar. A continuación, nos dirigimos hacia nuestro alojamiento para un descanso bien merecido. 

Día 2: Desde Cambremer hasta Cabourg (51 km)

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Para nuestro segundo día, estamos listas para salir a descubrir los secretos de la producción de sidra en la provincia del Calvados. Optamos por la visita de la destilería Calvados Pierre Huet, pero nos apuntamos también a la granja familiar del Manoir de Grandouet y Calvados Dupont que están cerca.
Aprendimos todos los secretos de elaboración de la sidra, del pommeau y del calvados, sin olvidar una pequeña degustación (¡con moderación!). 

De nuevo montadas en la bici, seguimos nuestra ruta a través del campo normando hasta el pueblo con encanto de Beuvron-en-Auge, uno de los pueblos con denominación Pueblos más bellos de Francia. Cuando llegamos, nos encantaron las fachadas de entramados de madera de las casas del casco histórico y las bonitas tiendecitas locales, entre las que destacan la boutique Savons d’Orély o el Café du coiffeur.  

Después de la comida y de haber recuperado fuerzas, seguimos nuestro itinerario hasta Le Verger de Roncheville para descubrir su parque animalario, su mini-golf y sus productos caseros.  

Por la tarde, vimos cómo cambiaba poco a poco el paisaje atravesando las marismas de la Dives, un rincón ideal para observar las cigüeñas. 

Recuperamos finalmente el itinerario para bici de la Vélomaritime y el litoral de Cabourg, no dejamos de pararnos delante del Meridiano del amor. Después de haber pasado 2 días rodeadas de paisajes apacibles y ondulados, nos encontramos con el aire yodado y los pueblos costeros animados. Nos dirigimos a nuestro alojamiento para comentar nuestras impresiones sobre este cambio de decorado. 

Día 3: De Cabour à Trouville-sur-Mer (32 km)

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Para este último día y después de una visita genial de la Villa du Temps retrouvé en Cabourg, pedaleamos a lo largo del río Dives. Pronto alcanzamos Houlgate y subimos una cuesta para alcanzar la mesa de orientación de los acantilados de Vaches noires (las vacas negras en español). Después de sacar algunas fotos de las vistas, seguimos hacia Villers-sur-Mer. En camino, aprovechamos para visitar el Paléospace l’Odyssée, que tiene la denominación Accueil Vélo, que relata la prehistoria en Normandía a través de sus fósiles… ¡y sus dinosaurios! Al final de la mañana, recorrimos las marismas de Villers y bordeamos las baterías de Mont Canisy. Una vez que llegamos a Deauville, hicimos una parada en  Les Franciscaines, un precioso espacio cultural compuesto de una medianera, espacios museográficos y un restaurante (¡ñam!) antes de salir hacia la playa para disfrutar de su famoso paseo.

Respiramos una última vez el aire yodado de Normandía, recordando todo lo que habíamos descubierto, que pronto se convertirían en recuerdos. Devolviendo nuestras bicis, ¡estábamos seguras de que regresaríamos!  

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