Nuestro safari en familia en un zoológico

Al final del año escolar, quisimos regalarles una experiencia inolvidable a nuestros chicos, Sacha e Ilan, y a nuestra ahijada Hannah. Nos fuimos a dormir a un lodge en el parque animalario de Cerza. 

El lodge y su terraza con vistas a la savana  

Nuestra cabaña/lodge de madera, era muy acogedora. Nos sumergió de lleno en un ambiente africano y lo más de lo más: la terraza con vistas panorámicas sobre la auténtica savana en el País de Auge. ¡Increíble! Delante de nosotros, bajo a los ojos abiertos como platos de los peques, camellos pastaban, muy cerca de nosotros.

Conmovidos por los ualabis

Con los niños, decidimos salir por la tarde a pasear para descubrir los alrededores de nuestro alojamiento. ¡Qué sorpresa encontrarse con unos ualabis. Los pequeños mamíferos, que se parecen a los kanguros, se echan la siesta debajo de las cabañas. ¡Son tan tranquilos…! La pena fue no ver un bebé en la bolsa  de su madre. 

Llegaba el gran día

¡Llegó el gran día! Habíamos programado una sorpresa para los niños. Al reservar un alojamiento dentro del parque animalario, nos propusieron participar en una aventura extraordinaria : un Safari privilège. A bordo de un cochecito, seguimos a los cuidadores y descubrimos de cerca a los animales del zoológico en modo VIP. 

¡En ruta para la aventura ! 

Después una noche corta (los niños estaban tan excitados que se levantaron al amanecer) y un desayuno copioso, esperábamos a nuestra chófer y guía. Clémence llegó en un cochecito con el logo de Safari privilège. Los peques estaban eufóricos y nosotros, los padres, encantados.   

Acceso VIP y consignas a respetar 

Clémence nos dio las consignas a respetar, es decir, cuándo podremos o no bajarnos del cochecito. No había que olvidarse que estos animales, de todo el mundo, viven en semi libertad pero son animales salvajes. ¡Ya empezaba! Pasamos un primer portón que solo se abre gracias a un código. Empezamos a sentir el aspecto privilegiado de la visita: pasamos por el camino de los cuidadores en vez del camino de los visitantes.  

¡Tirarles tomates a los osos anteojos! 

Llegamos al espacio de los osos anteojos, y se nos acercaron corriendo, ¡como si nos estuvieran esperando! La razón era sencilla: al recorrer el camino de los cuidadores, los que los alimentan, estos animales (¡que no tienen nada de tontos!) pensaban que les traíamos golosinas. No estaban tan equivocadas puesto que Clémence tenía, en el cochecito, cubos llenos de fruta, verdura y pienso. Nos divertimos lanzando tomates a los osos y distribuimos piensos a los cérvidos. Seguimos nuestro camino escuchando con interés a nuestra guía que nos contó un montón de anécdotas sabrosas. Notábamos toda su cariño hacia los animales. 

Un tiempo de intercambio sobre la preservación de los animales

No hacía mucho calor esa mañana. ¡Mucho mejor! Así los animales no se escondían del sol y se acercaban más a nosotros. Descubrimos osos polares juguetones con sus cuidadores. Los niños no paraban de decir « ¡waouh ! », « ¡oh ! », « ¡ah ! ». ¡Estaban impresionados! Estábamos muy contentos de haberles regalado estos encuentros constructivos con nuestra guía, Clémence les explicó cómo preservaban los animales presentes en el parque animalario. ¡Preciosos momentos compartidos en familia!

Los datos prácticos comunicados están sujetos a modificaciones.