Después de detenernos en Vernon y fotografiar el famoso molino suspendido, nos dirigimos hacia Giverny, el bonito pueblo en el que Claude Monet se instaló con su familia. A pesar de los numerosos visitantes, nos quedamos sorprendidos por la paz que desprendían su casa y sus jardines. «No me extraña que eligiera este lugar para vivir con su familia. ¡Levantarte todos los días rodeado de flores es un gran plan!», comentaba Carmen. Después visitamos el Museo des Impressionismes (museo de los impresionismos) que se encuentra en el mismo pueblo. Una maravilla para los amantes de esta corriente artística.
A continuación, seguimos hacia Rouen, la ciudad de los 100 campanarios. Pudimos pasear por el centro histórico, detenernos en las calles medievales y, por supuesto, en la plaza du vieux-marché y ver las encantadoras casas con entramado de madera. Hay un ambiente muy animado por sus calles. ¡Nos encantó Rouen tanto de día como de noche! Fue muy buena elección dormir en esta ciudad.